En medio de la noche, mientras Demos oraba arrodillado sobre la alfombra de su sala, recibió una visión.

 

“La Visión” tal como fue narrada por Demos Shakarian (1952)

 

“Mi hijo, yo te conocí antes de que tu nacieras. Yo te he guiado cada paso del camino. Ahora te mostrare el propósito de tu vida.”

 

Aunque permanecía de rodillas, sentí como si me elevase, dejando mi cuerpo, moviéndome hacia  arriba alejándome de la sala. Abajo podía ver los techos de las casas de Downey. Ahí estaban las montañas de San Bernardino, y ahí estaba la costa del Pacifico. Ahora me encontraba muy alto por encima de la tierra, y podía ver el país entero desde el Oeste al Este.

 

Aunque podía ver muy lejos, también podía ver a las personas en la tierra – millones y millones de ellos parados juntos hombro con hombro. Entonces, así como una cámara puede tener acercamientos en un juego de Football para mostrarles primero el estadio, y después a los jugadores, y de ahí hasta las agujetas mismas de la pelota, mi visión parecía dirigirse sobre esos millones. Yo podía ver pequeños detalles en los rostros de los miles de miles de personas.

 

Y lo que vi me aterrorizo. Los rostros estaban fijos, sin vida, y miserables. Aunque las personas estaban muy cerca unas con otras, los hombros tocándose, no había un contacto real entre ellos. Miraban directamente hacia adelante, sin pestañear, sin ver. Que aterrorizante, me di cuenta que estaban muertos…

La Visión cambio. Que si el mundo estaba girando, o era yo el que viajaba alrededor, no sé. Pero ahora por debajo estaba el continente de Sud América. De ahí África, Europa, Asia. Una vez más los acercamientos sucedieron, y por todas partes era igual.  Rostros cafés, rostros negros – Cada uno estaba rígido, miserable, cada uno encerrado dentro de su propia muerte.

 

“Señor” clame, “Que les sucede?! Señor, ayúdalos!”

“Mi hijo, lo que vas a ver sucederá muy pronto”. 

 

La Tierra giraba – o yo estaba moviéndome alrededor de ella – por una segunda vez. Debajo estaban otra vez esos millones de millones de hombres. Pero esta vez, qué diferencia! Esta vez las cabezas estaban levantadas hacia el cielo. Los ojos brillaban de gozo. Las manos estaban alzadas hacia el cielo. Aquellos los cuales habían sido aislados, cada uno en su propia prisión, ahora estaban unidos en una comunidad de amor y adoración. Asia, África, América – en todas partes – La muerte se había convertido en vida.

 

Y entonces, la Visión termino. Sentí que regresaba hacia mi sala…